Los fraudes online y los
crímenes cibernéticos son difíciles de cuantificar. Sin embargo, diversas
investigaciones, como el informe de AFP, calcularon que el costo de los
crímenes cibernéticos en Latinoamérica es mayor a 93 millones de dólares por
año. Incluso, un estudio mundial aseguró que la cifra podría ascender a los 114
mil millones de dólares anuales.
Según Limor S. Kessem,
experta en Ciber Inteligencia de la unidad de seguridad RSA de EMC, “las
pérdidas financieras y el tiempo desperdiciado cuestan más de lo que cuesta el
mercado mundial de la marihuana, cocaína y heroína juntos”. Esta realidad
empeora cuando además se entiende que vigilar crímenes online con delincuentes
sin cara y sin tener testigos es más difícil que combatir el crimen en las
calles.
Por eso, EMC, empresa líder
en servicios de seguridad de la información y Cloud Computing, comparte algunas
características que definen el mundo cibercriminal para conocer cómo funciona
esta nueva economía en las profundidades de Internet.
Cuidado con los chats
En la web, los delincuentes
tienden a participar en foros y chats con el fin de encontrar compañeros
anónimos con quienes planear sus crímenes y dar el golpe perfecto. Canales como
Internet Relay Chat (IRC), paneles de discusión regionales en idiomas
específicos, foros criminales avanzados y encubiertos, servidores clandestinos
y criminales “a prueba de balas” y redes de negocios criminales son los más
comunes.
Tipos de ciber-criminales
Los delincuentes se
segmentan por diferentes categorías, ya que los crímenes van más allá de dañar
un simple computador. Hoy existen delitos como fraude, robo, chantaje y
falsificación; aunque los primeros piensan que no están haciendo ningún daño
sino que su trabajo es simplemente desarrollo de software, estos son sus roles
y catálogos de venta:
Programadores: son
hackers que se dedican a comprometer servidores y robar datos; crear Troyanos,
amenazas y phishing, de igual modo, mantienen la seguridad de la
infraestructura de los foros. Entre sus servicios se encuentran el desarrollo
de herramientas para controlar sistemas infectados de manera remota, phishing,
y troyanos bancarios, entre otros.
Vendedores de
infraestructura: son proveedores de hospedaje que permiten contenidos
ilegales. Cuentan con una red muy vasta de equipos infectados y la ofrecen para
hacer diferentes tipos de crímenes. Venden computadores infectados, acceso a
otros equipos, paquetes de infecciones, servicios de spam con enlaces de phishing
o infecciones de troyanos, y servicios para ocultarse en la red.
Vendedores de datos: se
dedican a traficar datos. Venden sitios de comercio electrónico hackeados,
direcciones de residencias de personas que les sirven para recibir mercancías
robadas, tarjetas de crédito con datos personales, herramientas para averiguar
si la tarjeta todavía está vigente, entre otros.
Defraudadores: no
trabajan solos. Forman desde pequeñas bandas hasta grandes organizaciones
criminales compuestas por personas que se conocen en el mundo online pero que
no se han visto físicamente. Cada uno tiene una habilidad que encaja en la
organización. Hay defraudadores que crean la ingeniería social, comerciantes
que venden datos, mulas para transferir el dinero y forjadores que falsifican
identificaciones para abrir cuentas y transferir dinero. Entre sus servicios se
encuentra la venta de tarjetas de crédito, servicios de llamada para finalizar
transacciones y servicios de compra con números de tarjeta falsos. Solo entran
profesionales.
Situación en América Latina
Los países en donde existe
más fraude electrónico son Brasil, México, Colombia, Argentina y Perú (éste
último es el que más ha aumentado sus criminales en los últimos años). Sin
embargo, los ciber-criminales no son todos iguales y no consiguen las mismas sumas
de dinero. Incluso, la mayoría de ciber-delincuentes son pequeños y lo hacen
como trabajo de medio tiempo.
Actualmente, las modalidades
de ciber-crimen han hecho que la web no tenga fronteras y que los servicios se
puedan ofrecer a muchas personas en todos los lugares. “Con un portátil y la
intención de delinquir, cualquiera se puede convertir en un delincuente”,
agrega Kessem.
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